divertimento de alma sobre los hipster’s:
«Yo no soy hipster», la paradoja de estos tiempos. Decir que no se es,
la negación de un estado es aceptar (aunque no se quiera) otro. Yo no soy
hipster. Entonces me escuchan y dicen, «ay, sí», y ay no, resulta que soy
hipster por decir que no lo soy. Y si digo que no soy nada, pues «ay, tan
diferente ella». Resultado: hipster.
Además, uno se repliega: a mí me gusta MGMT y si escucho MGMT resulta
que soy hipster. Si leo mmm, no sé, Opio
en las nubes, hipster… y si además de eso digo que no me gustó el libro
(que es así), peor! Súper hipster! Pa rematar: adoro los gatos: hipster. Al
final, ¿uno qué hace?
Después también la ropa que usan y esas gafas bonitas que me recuerdan a
las que usaban mis papás hace unos 15 años, pero que no, si uno las usa ahora:
hipster! Bah!, tras de que a mí me importa un carajo si son o no libres los
hipster’s, a diferencia de Arturo; vienen y le quitan a uno la libertad de
sentirse a gusto. Bueno, claro, yo no me dejo achantar fácil: yo igual escucho
MGMT, ya qué; leí y no me gustó Opio en
las nubes, ya qué; amo a los gatos, aunque no tenga uno, ya qué. Ya qué, ya
qué.
Termino con una partecita de la letra de una canción de MGMT, The youth (pa que les arda a los
hipster):
«The youth is starting to
change»
-josé r.
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